Y por alguna razón Laura todavía gastaba recuerdos en Pedro, aunque la magia del olvido le había vendido la ilusión de hacer acto de presencia. Laura embarcó los recuerdos de Pedro hacia su puerto, con el deseo de no sentir en su mirada su esencia en cada objeto que de él dependía... Esa caja debía ser la solución del hasta nunca, más aunque expulsó de su territorio cada elemento, no podía envasar ese espacio que fué el escenario para los besos bajo el frío, la luna, caricias, elocuentes discursos repletos de intensiones, a esa azotea no podía enviarla por servicio de mensajería. Y Laura cada vez que pisaba el mismo escenario, la misma luna y el mismo frío, se preguntaba cómo borrar ese recuerdo, esa luna, ese vestido, aquel vino... Ay aquel vino. Pedro bloqueó a Laura de su infinito, Laura aún escribía poemas con su nombre. #2019
Espacio de los poemas de Ruth Esther Llauger