Y de repente llega el viajero al puerto de ansias e ilusión
De repente se plantan las ramas en vez de troncos
De repente se abren surcos en un mar de pasiones
De repente los troncos cosechan luces
De repente las ramas se visten de gala al recibir sus versos
Y no tan de repente, del viajero nace una prosa
Vestida de baile, vestida en sol, vestida de caudal
Caudales que brotan de sus venas como dulces fuentes
Para pintar de colores cada puerto, cada estancia, cada hoy
Y sus de repentes amargos se hacen invisibles para las velas;
Velas que son testigos de sus sones y neófitas de su alma
Alma que esconde desiertos y trasmite huertos
Huertos de júbilo, huertos de vida y huertos sal
Riberas que desvisten lagrimas
y del viajero de repente nace el vergel tan verde
como la esperanza que contagia cada vez.
Poema de Ruth Esther Ramírez (Llauger) 2.8.21
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